miércoles, 10 de marzo de 2010

INCREDULIDAD Y APOSTASIA


Jesús declaró que, como la gente en los dias de Noé, "no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre" (Mateo 24:39). Cuando el profeso pueblo de Dios se esté uniendo con el mundo, cuando el lujo de este llegue a convertirse en el lujo de la iglesia, cuando todos anticipen muchos años de prosperidad mundana, entonces, en forma tan repentina como los fulgores del relámpago, vendrá el fin de sus engañozas esperanzas. Así como Dios envió a su siervo para amonestar al mundo acerca del diluvio venidero, envía también en este tiempo a sus mensajeros escogidos para proclamar la cercanía de la venida de Jesús. Sucede, que así como se burlaban de las predicaciones de Noé, hoy muchos de los que profesan ser el pueblo de Dios se burlan abiertamente de las palabras de advertencia dadas por los sinceros predicadores.
Muchas iglesias se han apartado de Dios, y el mensaje de la pronta venida de Jesús es un estorbo para sus planes mundanos.
Los que aceptan el mensaje de la pronta venida de Jesús, están convencidos de que el tiempo es corto, y que se debe trabajar con mucho fervor en favor de nuestros semejantes. La eternidad se abre ante nosotros como una realidad, el Espíritu Santo obra con tal favor que cada uno de nosotros resulta convencido de la necesidad imperiosa de consagrar nuestras vidas a Dios.
Muchos que estan en las iglesias, se sienten molestos con un mensaje tal, no quieren ser perturbados de sus placeres, en su busqueda del dinero, en su ambición por los honores mundanos, de ahí la gran oposición que muchas veces encuentra este mensaje.
Muchos que se dicen cristianos hoy, se esfuerzan por desanimar a las personas en la investigación bíblica, enseñando que la Biblia es un libro complicado y que las profecías permanecen selladas.
Juan vio los peligros, los conflictos y la liberación final del pueblo de Dios. El registra los mensajes finales que han de madurar la cosecha de la tierra.
¿Por qué, entonces, existe esa ignorancia general concerniente a una parte importante de la Palabra Sagrada?. Este es el resultado de un gran esfuerzo del príncipe de las tinieblas, el quiere ocultar la Biblia de la vista de los hombres, la Biblia revela el engaño de Satanás y el hace todo lo posible para que sus engaños no sean revelados.
Jesús, anticipando esta guerra producida contra la revelación, pronuncia una bendición sobre todos aquellos que leen, escuchan y guardan la Palabra profética.
"Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca" (Apocalipsis 1:3)

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martes, 9 de marzo de 2010

ESTUDIAR LAS ESCRITURAS


No es suficiente tener buenas intenciones, hacer lo que uno piensa que es correcto o lo que el pastor le diga que esta bien. Uno debe investigar las Escrituras por sí mismo. Tiene un mapa que contiene todas las indicaciones para el viaje al cielo, y no debe asumir ninguna suposición. Uno de los más altos deberes de todo cristiano es aprender de las Escrituras, y entonces andar de acuerdo al conocimiento que vaya adquiriendo y animando a otros a seguir este ejemplo. Hemos de formar nuestras opiniones por nosotros mismos, siendo que por nosotros mismos hemos de responder delante de Dios. Hombres instruidos, con la pretensión de tener gran sabiduría, enseñan que las Escrituras tienen un significado secreto y espiritual que no resulta claro para la persona común. Estos hombres son falsos maestros. El lenguaje de la Biblia es claro y sencillo, aún los símbolos o figuras son entendibles cuando se estudia la Biblia bajo la dirección del Espíritu Santo. Si los hombres estudiaran la Palabra de Dios con oración y un espíritu de humildad, se realizaría una obra que traería a las filas del cristianismo a millares y millares que ahora andan en el error.
Muchos pasajes de las Escrituras -que hombres instruidos pasan por alto sin darles importancia- se hallan llenos de consuelo para el que ha sido enseñado en la escuela de Cristo. La comprensión de la verdad bíblica depende no tanto del poder del intelecto que se empeña en la investigación, como de la sencillez de propósito y el anhelo ferviente de lograr justicia.

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lunes, 8 de marzo de 2010

¿QUE ES EL PECADO?


Pecar es hacer algo que desagrada a Dios. Toda persona nacida en el mundo es un pecador. Incluso el bebé más hermoso y de apariencia inocente inevitablemente pecaría, porque no es la primera acción pecadora lo que hace del niño un pecador, sino que el niño comete el pecado porque expresa la naturaleza pecadora con la cual nace ((Salmo 51:5). La vida natural es pecadora porque se centra en uno mismo en vez de en Dios. Los deseos e intenciones de un niño se centran en sí mismo. Está determinado a agradarse a si mismo y a tener sus deseos cumplidos. La esencia del problema es, que por naturaleza, queremos agradarnos a nosotros mismos. Cuando actuamos con naturalidad, como resultado de la naturaleza egoísta con la cual nacemos, inevitablemente pecamos y desagradamos a Dios. (Romanos 3:23). El pecado no solo desagrada a Dios sino que también separa a las personas que El ha creado, de la gloria que El pretende para ellos. Esto demuestra la naturaleza destructiva del pecado. El pecado separa al hombre de Dios.

Consecuencias del pecado.
- Entristece a Dios (Génesis 6:5-7)
- Trae culpabilidad (Salmo 51:3-4)
- Trae separación de Dios (Isaías 59:1-2)
- Trae juicio y castigo eterno (Mateo 25:46)
- Esclaviza (Romanos 6:17)
- Causa ceguera espiritual (2 Corintios 4:4)
- Causa muerte espiritual (Efesios 2:1)
- Trae falta de esperanza (Efesios 2:12)
- Corrompe (Tito 1:15)
- Condena (Santiago 5:12)

la Biblia usa más de una palabra para describir esta experiencia universal de la separación del hombre de Dios. Las palabras utilizadas pueden ser clasificadas en cuatro secciones principales:
- Desviación de una norma a pauta.
- Descripción de un estado.
- Rebelión deliberada.
- Acciones o actitudes contensiosas.

Todo el mundo es responsable de su propio pecado, (Romanos 14:12). Todos hemos pecado y hemos preferido el egoísmo a amar a Dios por sobre todas las cosas. Dios desea que nos alejemos del pecado y vivamos (Ezequiel 18:20-23). El hombre escogió pecar contra el deseo de Dios. Dios conocía las consecuencias de aquella desición, pero dió al hombre el derecho de escoger. Hoy, todavía podemos elegir, o bien permanecer en el pecado y por tanto continuar separados de Dios, o bien aceptar a Jesús como nuestro Señor y Salvador. Jesús dió su vida para que podamos ser salvos de la culpabilidad, las consecuencias y el poder del pecado.
Dios quiere que le conozcamos, que conozcamos su voluntad, el desea realizar su propósito en nosotros, quiere que seamos parte de su reino nuevamente, quiere que seamos sus hijos, quiere que volvamos a disfrutar de una comunión intima con El.

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EXODO


Levántate... sal... alza el vuelo. Estas palabras son buenas para aquellos que están atrapados o esclavizados, sin embargo, algunos se resisten a la orden de marchar y prefieren el ambiente que los rodea antes que uno nuevo y desconocido. No es sencillo cambiar la seguridad y la comodidad de lo conocido por un futuro incierto. Pero, ¿que sucedería si Dios diera la orden de mudarse? ¿Seguiríamos su guía? Exodo describe una serie de llamados que Dios hace y las respuestas de su pueblo.
Han pasado cuatrocientos años desde que José se traslado con su familia a Egipto. Estos descendientes de Abraham han crecido a más de dos millones de personas. Para el nuevo Faraón de Egipto, estos hebreos eran extranjeros y su número era alarmante. Faraón decidió hacerlos esclavos para que no pudieran desequilibrar su poder. Como despues se vio, este fue su mayor erros, ya que Dios vino a rescatar a su pueblo.
A través de una serie de sucesos, un niño hebrero llamado Moisés llega a ser el príncipe en el palacio de Faraón y luego un extranjero en una tierra desierta. Dios visitó a Moisés en las llamas misteriosas de una zarza ardiente y, despues de un poco de discusión, Moisés acepto regresar a Egipto para sacar de la esclavitud al pueblo de Dios. Faraón fue confrontado, y por medio de una serie de plagas y de promesas hechas e incumplidas, Israel fue liberado de su dominio.
Movilizar a una gran masa de gente no era una tarea sencilla, pero salieron de Egipto, cruzando el mar Rojo y el desierto detras de Moisés y de la columna de fuego y nube. A pesar de la evidencia continua del amor y del poder de Dios, la gente se quejaba y añoraba sus días en Egipto. Dios suplió sus necesidades físicas y espirituales con comida y con un lugar para la adoración, pero también juzgo su desobediencia e infidelidad. Luego en el encuentro dramático que tuvo con Moisés en el Sinaí, Dios le dicto sus leyes para vivir una vida recta.
Dios dirigió a Moisés y a la nación de Israel, y quiere guiarnos a nosotros también. ¿Acaso lo está preparando a usted, como a Moisés, para una tarea específica? El estará con usted; obedezcalo y sígalo. ¿Está librandolo de algún enemigo o de alguna tentación? Confíe en El y haga lo que dice. ¿Ha escuchado sus claras instrucciones morales? Lea, estudie y obedezca la Palabra de Dios ¿Está llamandolo a una verdadera adoración? Descubra la presencia de Dios en su vida, en su hogar y en el cuerpo de creyentes reunidos. Exodo es la historia fascinante de la guía de Dios. Lea con la determinación se seguir a Dios dondequiera que El lo guíe.

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viernes, 5 de marzo de 2010

LA VISITA DE LOS MAGOS


Dios quería que la gente se enterara de la venida de Jesús a la tierra. Los sacerdotes debían haber enseñado al pueblo a buscar al Salvador; pero ellos mismos no se enteraron de su venida.
De manera que Dios envió angeles para anunciar a los pastores que Cristo había nacido, y dónde podrían encontrarlo.
De la misma manera, cuando Jesús fué presentado en el templo, hubo quienes lo recibieron como el Salvador. Dios había preservado la vida de Simeón y de Ana, y ellos tuvieron el gozoso privilegio de testificar que Cristo era el Mesías prometido.
Dios se proponía que otros, así como los judíos, supieran que Cristo había venido. En un país alejado en el Oriente había hombres sabios que habían estudiado las profecías concernientes al Mesías, y creían que su venida estaba cerca.
Los judíos llamaban paganos a estos hombres; pero no eran idólatras. Eran hombres honrados, que deseaban conocer la verdad y hacer la voluntad de Dios.
Dios mira el corazón, y él sabía que estos hombres eran dignos de confianza, se hallaban en una condición mejor para recibir luz del cielo que los sacerdotes judíos, que estaban tan llenos de egoísmo y orgullo.
Estos hombres eran filósofos. Habían estudiado la obra de Dios en la naturaleza, y habían aprendido a amarlo. Habían estudiado las estrellas, y conocían sus movimientos.
Les gustaba escudriñar los cuerpos celestes en su marcha nocturna, y si se veía una estrella nueva, darían la bienvenida a su aparición como a un gran acontecimiento.
Esa noche, cuando los ángeles se apersonaron a los pastores de Belén, los sabios habían notado una luz extraña en el cielo. Era la gloria que rodeaba a la hueste angelical.
Cuando esta luz se disipó, habían visto en el cielo lo que aparecía como una estrella nueva. Inmediatamente pensaron en la profecía que decía: "Saldrá Estrella de Jacob, y levantaráse cetro de Israel" (Números 24:17).
¿Era esta estrella una señal de que había venido el Mesías? Determinaron seguirla, y ver a donde los dirigía. Los guió hasta Judea, pero cuando llegaron cerca de Jerusalen, la estrella se empaño tanto que ya no podían seguirla.
Suponiendo que los judíos inmediatamente los iban a guiar a donde estaba el Salvador, los sabios fueron a Jerusalén y dijeron: "¿Donde está el Rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente y venimos a adorarle.
"Y oyendo esto el rey Herodes, se turbó, y toda Jerusalén con él. Y convocados todos los príncipes de los sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Y ellos le dijeron: En Betlehem de Judea; porque así está escrito por el profeta" (San Mateo 2:2-5).
A Herodes no le gustaba oir hablar de un rey que algún día tomaría su trono. Así que se entrevistó a solas con los sabios y les preguntó cuándo habían visto la estrella por primera vez. Entonces los envió a Belén diciendo: "Andad allá, y preguntad con diligencia por el niño; y después que le hallareis, hacédmelo saber, para que yo tambien vaya y le adore".
Cuando los sabios lo oyeron, continuaron su viaje. "Y he aquí la estrella que habían visto en el oriente, iba delante de ellos, hasta que llegando, se puso donde estaba el niño. "Y entrando en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, le adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron dones, oro e incienso y mirra" (San Mateo 2:6-11).
Lo más precioso que tenían los sabios, lo traían para el Salvador. En esto nos dieron un ejemplo. Muchos hacen regalos a sus amigos terrenales, pero no tienen nada para el amigo celestial que les ha dado todas las bendiciones. No debemos hacer esto. A Cristo debemos traerle lo mejor de todo lo que tenemos, nuestro tiempo, nuestro dinero y nuestro amor.
Podemos darle a él al donar de nuestros recursos para consolar a los pobres y para enseñar a la gente acerca del Salvador. Así podemos ayudar a salvar a aquellos por quienes él murió. Esos son los dones que Jesús bendice.

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jueves, 4 de marzo de 2010

NO AMEN AL MUNDO


No importa cuál sea la naturaleza de su mundo; si lo aparta de Dios, es perverso. La relación que existe entre una profesión que se mantiene ligada a Dios y una que se sostiene por si sola y por el amor a ella, es la misma que existe entre el matrimonio y el adulterio. Por ejemplo, un médico que sostiene su habilidad como un regalo de Dios y que desea que el Señor sea exaltado, tiene una profesión que es tan honorable como el matrimonio. El médico que mantiene su trabajo como su propio logro y que ama su profesión en sí y por lo que le da, tiene una carrera que es tan deshonrosa como el adulterio. Ama al mundo y se ha dejado engañar por el. Tal vez, de esa forma, podamos entender por que el Señor dice: "No amen al mundo ni nada de lo que hay en él. Si alguien ama al mundo, no tiene el amor del Padre. Porque nada de lo que hay en el mundo -los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida- proviene del Padre sino del mundo. El mundo se acaba con sus malos deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre" (1 Juan 2:15-17)
Existe una manera definida en la que el cristiano debe tratar con el mundo, muy diferente a la forma en que debe hacerlo con la tentación de la carne o del diablo. Una vez que el hombre se ha rendido a Dios reconociendo su señorío como un principio general y cuando puede decir junto con Pablo: "En cuanto a mí, jamás se me ocurra jactarme de otra cosa sino de la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo a sido crucificado para mí, y yo para el mundo". (Galatas 6:14), debe darle la espalda definitivamente al mundo y no conformarse más a él. "El ha puesto eternidad en el corazón de ellos" (Eclesiastes 3:11). Sabiendo esto, tenemos la victoria. (1 Juan 5:4). A medida que perseveramos en la fe, debemos conformarnos más y más a la imagen del Hijo de Dios, y así aprenderemos el significado de: "Esta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe""No se amolden al mundo actual" (Romanos 12:2). La advertencia en contra del mundo es: la fe.

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martes, 2 de marzo de 2010

UN MUSEO DE FIGURAS DE MARMÓL


Al mundo se le debe presentar un mensaje ardiente, mas no hacen falta fuegos artificiales para hacerlo. Los incendiarios no necesitan ser exaltados. Sin embargo, todo lo que tiene que ver con la iglesia, debería reflejar la luz cálida de Dios. "...En su templo todo proclama su gloria" (Salmos 29:9). Leemos que Dios hace de sus ministros una "llama de fuego" (Hebreos 1:7). Su pueblo debe arder como antorcha. No sólo los evangelistas, sino los ministros, los administradores de la iglesia, los líderes, los obreros y los maestros, todos deben arder con el Espíritu Santo, como antorchas en una calle oscura. En las reuniones administrativas debe verse el fuego del Espíritu Santo, de la misma forma en que se ve en las reuniones de predicación, y quizás aún más.
Los peces tienen la misma temperatura que el agua en la que nadan. Tristemente, hay muchos cristianos que son como peces, su espíritu no tiene más calor que el mundo de incrédulos que los rodea. Los hombres son criaturas de sangre caliente. Dios nos escogió para llevar las buenas nuevas, ¡con calor!.
El Señor no nos envía con cabezas frías llenas de dignidad. Tampoco nos elige por nuestra gran serenidad. Nos envía como carbones que fueron encendidos en el altar; nos manda como testigos de la resurrección, para testificar que conocemos al Dios de Pentecostes. He escuchado sermones que parecían cátedras sobre cómo embalsamar a los muertos. ¿Convence a alguien ese tipo de exposiciones acerca del Jesús vivo? Ni a Jesús, ni a Pedro, ni Pablo, permitieron que las congregaciones estuvieran pasivas, como estatuas de marmól en un museo.
La lógica puede encenderse, y seguir siendo lógica, como por ejemplo, la de Isaías o Pablo. La lógica no necesita pertenecer al periodo glacial. El fuego implica fervor, no ignorancia. Usted debe estar dispuesto a aprender, pero que eso no apague su fuego. Recuerde: resplandor antes que astucia. "...amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con todas tus fuerzas..." (Marcos 12:30). El Señor quiere que tengamos un corazón rebosante de gozo, compasión y amor.
La dignidad humana adquiere un nuevo significado cuando la gente está llena de alabanzas a Dios. ¿Alguna vez ha visto a 50.000 personas llorando, saltando, gritando y alabando a Dios con inmensa alegría? ¿Y que otra cosa podría suceder si en estrado hubiera una madre testificando que su hijo acaba de ser sanado de mudez y ceguera congénita, o de miembros torcidos? Yo he oído estos testimonios de milagros muchas veces. Es una escena gloriosa, la cúspide de la experiencia humana.
No es un gran mérito permanecer inmutables cuando los paralíticos caminan y los ciegos ven. Ese tipo de reserva no es inteligente, es estúpida. El danzar de alegría va más de acuerdo con lo que esta sucediendo. Es manifestar gozo en la presencia del Señor. Jesús dijo que en momentos así hasta las piedras gritarían. (Lucas 19:40).
He visto a hombres y mujeres, blancos y negros, llegar muy tristes a las reuniones de oración. Luego, mas tarde, los veo de pie con las manos alzadas en adoración, sus ojos brillando con lágrimas de alegría, sus rostros alzados hacia Dios, sus labios declarando asombro y gratitud. Me digo a mi mismo: "¡Qué hermosos son!"
Si Dios no toca nuestros sentimientos, el diablo lo hará. ¿Como puede Dios convencer a los pecadores y ayudarles a que se arrepientan si no se sienten movidos? ¿Cómo puede darles el gozo de sentir que sus pecados han sido perdonados, sin proporcionarles alguna sensación en sus almas? Creo que la tarea del evangelista es encender el fuego del espíritu humano.
Hacer que la gente se salve es más que lograr que sus nombres figuren en una lista. El cristianismo no es un club al cual se estan inscribiendo. La salvación es cirugía espiritual. ¿Cuál es el perdón que proclamamos? ¿Que clase de perdón dió Jesús? Era un perdón lleno de misericordia. Ese perdón hizo que un paralítico caminara y conmovió el corazón de una mujer de la calle al punto de lavar con sus lágrimas los pies de Jesús. Es el tipo de perdón que despertaba el amor en las personas, y les provocaba hacer cosas extravagantes como la fiesta que ofreció Mateo; como María que quebró un frasco de nardo puro, que valía una pequeña fortuna; ese mismo perdón impulsó a Zaqueo a dar mucho dinero.
¿Es posible regocijarse en voz baja; alabar susurrando; participar en celebraciones silenciosas? Esto no es lo que la palabra "regocijarse" significa. Regocijarse quiere decir "alegrarse, gozarse, estar jubiloso". ¡regocíjese con emoción, con fuego!
El fuego del Espíritu Santo es real. Debe estar en la iglesia de Cristo como la sangre que corre por las venas. Cuando todo el pueblo de Dios de verdad esté lleno de fuego ganará a esta generación para Cristo.

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lunes, 1 de marzo de 2010

ADULTERIO ESPIRITUAL


La infidelidad de la iglesia para con Cristo al permitir que las cosas mundanas ocupen el alma se asemeja a la violación del voto matrimonial. El pecado de Israel al apartarse del Señor se presenta bajo esta figura. "Como la esposa infiel abandona a su compañero, así prevaricasteis contra mí, oh casa de Israel, dice Jehová", "cómo mujer adúltera, que en lugar de su marido recibe a ajenos" (Jeremías 3:20; Ezequiel 16:32).
Dijo el apóstol Santiago: "¡Oh almas adúlteras! ¿No sabeis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios" (Santiago 4:4).
La mujer (Babilonia) está descrita como "vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tiene en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; y en su frente un nombre escrito, un misterio: Babilonia la grande, la madre de las rameras" El profeta dice: "Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús". Se declara además que Babilonia "es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra" (Apocalipsis 17:4-6, 18).
El poder que durante siglos ejerció su dominio sobre los monarcas de la cristiandad es Roma. El color púrpura y escarlata, el oro, las piedras preciosas y las perlas, describen la magnificencia desplegada por la arrogante sede de Roma. Ningún otro poder o persona puede describirse como "ebria de la sangre de los santos", fuera de la iglesia que persiguió tan cruelmente a los seguidores de Cristo.
A Babilonia también se la acusa de una relación ilícita con los "reyes de la tierra". Al apartarse del Señor y aliarse con los paganos, la iglesia judía se convirtió en una ramera, y Roma, al buscar el sostén de los poderes humanos, recibió la misma condenación.
Babilonia es la "madre de las rameras". Sus hijas deben ser iglesias que se aferran a sus doctrinas y siguen su ejemplo de sacrificar la verdad con el fin de formar una alianza con el mundo. El mensaje que anuncia la caída de Babilonia debe aplicarse a los cuerpos religiosos que una vez eran puros y se han hecho corruptos. Puesto que este mensaje sigue a la advertencia del juicio, debe ser dado en los últimos dias, eso incluye a todas las iglesias que después de la iglesia romana, estan hoy en condición de apostasía.
Por otra parte, el pueblo de Dios es llamado a salir de Babilonia. De acuerdo con este pasaje, muchos miembros del pueblo de Dios deben estar todavía en Babilonia. ¿Y en que iglesias están ahora esos verdaderos hijos de Dios que son llamados a salir de Babilonia? En las iglesias que profesan la fe protestante. Cuando nacieron estas iglesias, adoptaron la pureza doctrinal heredada del cristianismo primitivo, durante este tiempo, la bendición de Dios estuvo con ellas, pero cayeron debido al mismo deseo que constituyó la ruina de Israel: imitar las prácticas del mundo y cortejar su amistad.

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Jesús presentado en el templo


José y María eran judíos, y seguían las costumbres de su nación. Cuando Jesús tenía seis semanas de edad, lo presentaron ante el Señor en el templo de Jerusalén.
Esto lo hacían de acuerdo con la ley que Dios había dado a Israel, y Jesús debía ser obediente en todas las cosas. Así, el propio Hijo de Dios, el Príncipe del cielo, con su ejemplo enseña que debemos obedecer.
Sólo el primogénito de cada familia debía ser presentado en el templo. Esta ceremonia había de rememorar un suceso que había ocurrido mucho tiempo antes.
Cuando los hijos de Israel eran esclavos en Egipto, el Señor les envió a Moisés para que lo libertara. Le pidió a Moisés que fuera al faraón, rey de Egipto, y dijera:
"Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito. Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo para que me sirva, mas no has querido dejarlo ir: he aquí yo voy a matar a tu hijo, tu primogénito" (Exodo 4:22-23).
Moisés le llevó este mensaje al rey, pero la respuesta del faraón fue: "¿Quién es Jehová para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel" (Exodo 5:2).
Entonces el Señor envió terribles plagas sobre los egipcios. La última de estas plagas consistía en la muerte del primogénito de cada familia, desde la del rey hasta la del más humilde habitante del país.
El Señor le dijo a Moisés que cada familia de israelitas debía matar un cordero, y poner un poco de la sangre sobre los marcos de las puertas de sus moradas, esta era una señal para que el ángel de la muerte pasara por alto las casas de los israelitas, destruyendo solamente a los orgullosos y crueles egipcios.
Esta sangre de la "Pascua" representaba para los judíos la sangre de Cristo, porque a su debido tiempo, Dios debía mandar a su amado Hijo para ser sacrificado como el Cordero que había sido inmolado, a fin de que todos los que creyeran en él pudieran ser salvos de la muerte eterna. Cristo se denomina nuestra pascua (1 Corintios 5:7). Por su sangre, por medio de la fe, somos redimidos (Efesios 1:7).
Así, mientras cada familia de Israel traía a su primogénito al templo, debía recordar cómo los hijos habían sido salvados de las plagas, y cómo todos podían ser salvados del pecado y la muerte eterna. El hijo presentado en el templo era tomado en los brazos del sacerdote, y elevado delante del altar.
En esta forma era solemnemente dedicado a Dios. Después de entregarselo de vuelta a la madre, su nombre era inscrito en el rollo, o libro, que contenía los nombres de los primogénitos de Israel. Así todos los que son salvos por la sangre de Cristo tendrán sus nombres escritos en el libro de la vida.
José y María trajerón a Jesús al sacerdote como lo exigía la ley. Todos los dias padres y madres venían con sus hijos, y en José y María, el sacerdote no vió nada distinto de muchos otros, eran sencillamente gente de trabajo.
En el niño Jesús él vió tan sólo a un infante indefenso, poco se imaginaba el sacerdote que tenía en sus brazos al Salvador del mundo, al Sumo Sacerdote del templo celestial. Pero debía haberlo sabido, pues si hubiera sido obediente a la Palabra de Dios, el Señor le habría revelado estas cosas.
En ese mismo tiempo había en el templo dos de los verdaderos siervos de Dios, Simeón y Ana. Ambos habían envejecido en el servicio que realizaban para el Señor, y él les reveló a ellos cosas que no podían ser manifestadas a los orgullosos y egoístas sacerdotes.
A Simeón le había sido hecha la promesa de que no moriría hasta que hubiese visto al Salvador. Tan pronto como vió a Jesús en el templo, supo que era el prometido.
Sobre el rostro de Cristo había una suave luz celestial; y Simeón tomando al niño en los brazos, alabó a Dios y dijo:
"Ahora despide, Señor, a tu siervo, conforme a tu Palabra, en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has aparejado en presencia de todos los pueblos; luz para ser revelada a los gentiles y la gloria de tu pueblo Israel" (Lucas 2: 29-32).
Ana, una profetisa, "presentandose en aquella misma hora, daba gracias al Señor, y hablaba de aquel niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén" (Lucas 2:38).
Así es como Dios elige a personas humildes para ser sus testigos. A menudo aquellos a quienes el mundo llama grandes son pasados por alto. Muchos son como los sacerdotes y gobernantes judíos.
María, la madre de Jesús, pensaba en la abarcante profecía expresada por Simeón. Al mirar al niño que tenía en sus brazos, y recordar lo que los pastores de Belén habían dicho, se llenaba de gozo agradecido y de luminosa esperanza.
Las palabras de Simeón le trajeron a la mente la profecía de Isaías. Ella sabía que se habían hablado las siguientes maravillosas palabras acerca de Jesús:
"El pueblo que andaba en tinieblas vió gran luz: los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos"
"Porque un niño nos es nacido, Hijo nos es dado; y el principado sobre su hombro: y llamarasé su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz" (Isaías 9:2,6).

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